La memoria, los traumas, la historia. La guerra y las catástrofes del Novecento

El estudio de la historia de la edad contemporánea requiere un específico enfoque metodológico y un tipo particular de fuentes. Nos ha hablado de ello la profesora Gabriella Gribaudi durante el seminario on line La memoria, i traumi, la storia. La guerra e le catastrofi del Novecento que se celebró el pasado 1 de diciembre.

Gribaudi se centró en el nacimiento de la historia social en Italia que se desarrolló a lo largo de la década de los’70, en la estela de la historiografía francesa de los Annales, y en desacuerdo con el tradicional enfoque evenemencial dominante en la época. La profesora ha destacado la importancia de la microhistoria que, a diferencia de la “macro” (general y teleológica), privilegia la llamada “historia desde abajo” y estudia sus dinámicas y aspectos sociales.

En relación a las fuentes y a la metodología de la investigación, la profesora ha enfatizado, por un lado, la importancia de la documentación oficial, como la producida en los tribunales o la redactada por notarios; por otro lado, aquella que se conserva en los Archivi di Stato Civile, fundamentales para la reconstrucción de las genealogías. De notable interés son también los documentos judiciales y las intervenciones telefónicas, que permiten reconstruir la complejidad de la realidad. Finalmente, son de destacada importancia para el estudio de la historia contemporánea las fuentes orales y primariamente las entrevistas, por ejemplo las registradas en el Archivio multimediale delle memorie dirigido por la propia Gribaudi (http://www.memoriedalterritorio.it/index.php?option=com_content&view=article&id=59&Itemid=63&lang=it).

La historia oral ha sido criticada a menudo, por considerarse poco confiable debido a la parcialidad y subjetividad de los relatos. Gribaudi, por su parte, destacó las principales razones de su importancia: permite dar protagonismo a las clases bajas, generalmente excluidas en el estudio de los grandes hechos historiográficos; nos permite además de reconstruir la realidad, especialmente en ausencia de documentación escrita, y de extraer directamente del depósito de la memoria de los testigos, tanto a través de sus relatos como a través de sus omisiones, silencios y errores que brindan relevante información sobre la interpretación de los hechos.

A modo de ejemplo, la profesora ha recordado la entrevista a una mujer, la única de toda una familia que sobrevivió a las masacres nazis del 1943 en Bellona (Caserta). Este testimonio ha permitido resaltar la experiencia de la guerra vivida en zonas rurales y de poner en relieve aspectos relacionados con la memoria y la percepción del acontecimiento bélico como violencia y trauma individual.

Por último, precisamente en relación a la importancia dada a la memoria individual, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, la Gribaudi ha hablado de la creación de monumentos conmemorativos creados con el objetivo de preservar la memoria de las personas que a nivel individual se vieron involucradas en los grandes genocidios de la historia. Tal es el caso, por ejemplo, del Yad Vashem, la institución oficial para la Memoria de la Shoah en Jerusalén, que atesora fichas biográficas de millones de víctimas. Emblemáticas son también las “piedras-obstáculo” creadas por iniciativa del arquitecto alemán Gunter Demnig para conmemorar, dentro del tejido urbano de varias ciudades europeas, a las víctimas del nazismo deportadas a los campos de exterminio.

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