El estudio de las situaciones de emergencia, sobre todo en las últimas décadas, ha llamado la atención de numerosos investigadores que, a través de metodologías  disciplinares diferentes, han analizado el impacto y la elaboración del trauma por parte de los supervivientes. El prof. Fausto Greco se ha centrado en estos temas durante el seminario La memoria dei salvati. Wiesel e Levi di fronte agli oppressori que se desarrolló on line el 7 de diciembre de 2020.

El investigador hizo hincapié en la relación entre los oprimidos y los opresores durante la Posguerra mediante el análisis de diversos textos de Elie Wiesel, protagonista y testigo del gran genocidio judío.  En sus numerosas memorias sobre la Shoah, publicadas entre 1958 y 2011, Wiesel describe en clave autobiográfica su experiencia dramática en los campos de exterminio. Profundizó especialmente en este tema en su novela La notte (editada en 1958 y traducida a 30 lenguas) en la que Wiesel  evidencia el contraste entre la infancia vivida serenamente en Sighetu Marmatien en, un pueblo de la actual Rumanía que por entonces formaba parte del territorio hUngaro, y la brutal deportación a Auschwitz  junto a su familia en 1944, cuando contaba con tan solo dieciséis años. En esta obra, Wiesel recorre la crudeza y la barbarie que tuvo que vivir durante su reclusión.

Un aspecto central en los escritos de Wiesel es su referencia polémica a Dios: ante el escenario apocalíptico al que asistió, el autor inició inmediatamente a dudar de su fe que, hasta ese momento, se había mostrado sólida. De hecho, a partir de entonces, a Wiesel le resultó imposible continuar a rezar y a agradecer a Dios por la vida que le había concedido o por la cotidianeidad en el campo de exterminio que se mostraba completamente indiferente a la destrucción y a la violación de los derechos humanos. Otra constante en la literatura de Wiesel es el deseo de venganza contra el Kapo responsable de la muerte de su padre, asesinado ante su proprio hijo que, aterrorizado, se vio obligado a asistir inmóvil al evento. El sentimiento de culpa es otro de los argumentos presentes continuamente en los textos del autor que lo relaciona con el deseo de venganza. La culpa se manifiesta de manera individual, por no haber salvado al padre de su agresor, pero también de manera colectiva, este último un rasgo compartido por las víctimas del Holocausto. De hecho, Wiesel subraya que debe atribuirse al sistema nazista la responsabilidad de haber generado en los supervivientes al lager un trauma mucho más profundo que el que se verifica cuando se experimentan otros eventos catastróficos. Al igual que otros ex deportados, Wiesel asegura haber desarrollado una acusación contra sí mismo, convencido de haber merecido el Holocausto por haber mantenido una vida deshonesta que, según él, explicaría el castigo divino que sufrió.

El conocimiento de la formación y del trasfondo intelectual de Wiesel es, por tanto, fundamental para comprender su testimonio que es hoy una de los más conocidos junto al de Primo Levi. Sin embargo, su reconstrucción de los eventos, indudablemente objetiva, es rica de contenidos subjetivos derivados de su propia experiencia que, asociada a vivencias análogas en otras partes del mundo y en otras épocas históricas, hacen de su memoria una fuente relevante para la elaboración del trauma.

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